Un monasterio apartado

En poco tiempo he visitado la cartuja de Valldecrist, en tierras del Palancia, en dos ocasiones. En la primera me uní a un grupo de turistas acompañados de un guía que les suministró una buena ración de historias a cuál más curiosa y apócrifa. La segunda fue esta misma semana, con la asociación de jubilados de Alfara del Patriarca, en la que nos acompañó Josep-Marí Gómez, especialista en este cenobio, que hizo una ajustada exposición de la historia de la construcción del monasterio y de las funcionalidades de cada dependencia. No faltaron las referencias a Bonifaci Ferrer, primer señor de Alfara, que, como prior general de la orden de obediencia aviñonesa, contribuyó al esplendor que tuvo el conjunto de Altura.A diferencia de la visita a un monumento histórico completo cuya realidad se impone a los sentidos, los restos arqueológicos y las ruinas necesitan, para ser comprendidas, de unos conocimientos pacientemente construidos y divulgados con precisión. De otro modo, la evocación romántica vuela sin freno y lo que es una cripta de las reliquias se convierte en una bodega con un pasadizo por el que los monjes podían salir secretamente del monasterio, como pícaramente insinuaba el guía de la visita otoñal.Valldecrist, como consecuencia de guerras y exclaustraciones y de la desamortización y venta a particulares, ha sufrido expolios y destrucciones. Hoy no es más que una imponente ruina declarada Bien de Interés Cultural. Felizmente, el recinto es propiedad de la Generalitat y de la diputación castellonense, que, de forma intermitente, se ocupan de ella. La diputación de Castellón restauró la primitiva capilla de San Martín; diversas escuelas taller permitieron la recuperación de restos arquitectónicos y la consolidación de elementos de inminente deterioro; la Fundación La luz de las imágenes, con ocasión de la exposición de Segorbe, hizo una intervención conservadora en la capilla mayor, con cargo al 1% cultural del Ministerio de Fomento.Pero este monumento no tiene padrinos que lo avalen, ni es citado en el Estatut ni hay prevista una ley especial de conservación. Ni siquiera los pueblos del área de influencia de la cartuja se han propuesto coordinar acciones o proyectos de puesta en valor de este espacio y su explotación como recurso económico y cultural dinamizador del territorio. Sólo una benévola asociación cultural trabaja en la investigación y difusión de la historia y en la preservación de sus valores, editando revistas y libros o participando en congresos.Uno puede entender que, cuando los recursos son magros, haya que atender con prioridad los monumentos más significativos o que necesitan de urgente intervención. La cartuja de Valldecrist, aunque tiene un estudio previo de 1985, carece de plan director que oriente su futuro. Hoy resulta impensable, por caro de ejecutar y de mantener, un proyecto de reconstrucción del monasterio para convertirlo en un gran centro cultural en la provincia de Castellón. Ni siquiera forma parte de un conjunto urbano accesible a pesar de las mejoras del camino rural.Pero alguna cosa es deseable que se haga. Que continúen los trabajos de excavación arqueológica, que se consoliden los elementos deteriorados o que la propia excavación pone en riesgo, que los elementos hallados se conserven con seguridad y se puedan exponer en una instalación museística. Tal vez podría reconstruirse una de las celdas del gran claustro para que el visitante pueda entender la forma de vida de los monjes que la habitaron. Igualmente puede haber un centro de interpretación y de recepción de visitantes, como se ha hecho en otros lugares, que serian guiados en su recorrido mediante paneles explicativos. Cualquier cosa para evitar que vuelva a tener un aspecto de abandono que ya no tiene. Enric M. Cuñat